El ensamblaje permite aproximar diferentes intereses, establece encuentros entre los más disímiles objetos y sus materialidades de manera que no se pierde la particularidad de cada componente, por el contrario, se suman aportando al conjunto resultante. Cada elemento es tan importante como el otro, haciendo del ensamblaje una escritura en un sentido amplio.
Existen modos de unión entre los componentes de un ensamblaje, entre ellos los siguientes tres: la unión de tipo mecánica en la cual su medio de sujeción es un encaje de elementos entre sí, puede darse por un elemento como pasador, tornillo, grapa, remache, puntilla, soldadura entre otros. Las uniones químicas para las cuales se utilizan tipos de pegamentos o masillas que permiten fijar una pieza a la otra. Por último están las que se denominan físicas, como puede ser la fuerza que ejerce una prensa, o simplemente el peso de un elemento sobre otro que los mantiene juntos.
Pienso que existe otro tipo de ensamblaje, lo denomino ensamblaje afectivo, sus elementos no necesariamente tienen que estar próximos unos a otros, sino que son los vínculos entre estos los que generan un invisible pero fuerte modo de sujeción. Es de este modo que surgen las piezas que conforman el proyecto Al amanecer sale la luna.
Durante el periodo de residencia en la Casa Taller El Boga me reuní con 4 maestros artesanos de Santa Cruz de Mompox, para dialogar y colaborar con cada persona desde el conocimiento de su oficio en la elaboración de los componentes de una serie de ensamblajes: la maestra Glenys Rocha Pupo, aportó desde la tradición de la forja; el maestro Jorge Piñeres utilizó la madera de un árbol de mango para elaborar variaciones con los balancines de las silla mecedoras; el maestro Eberto Ramírez realizó un plato y una alcancía en arcilla que aportarían a la composición varias rutas de sentido; el maestro Eliseo Torres Mercado cortó tres varas de guásimo, como las que utiliza para navegar en su balsa por el Rio Grande de la Magdalena durante su labor de extracción de arena, y escribió en estas varas los versos de uno de sus poemas al río y a las actividades que en este se desarrollan, sus palabras se hicieron un flujo que emerge de lo profundo del lenguaje.
El conjunto de piezas se convirtieron en la evidencia de este encuentro, me une a estas personas un cariño y admiración profunda por su entereza y conocimiento de sus oficios. Esto me recuerda un breve aparte del Tao Te King que dice: el que sabe atar no usa cuerdas ni nudos, y, sin embargo, nadie puede desatar lo que él ha unido.