No fue hace mucho que la tiranía de las pantallas nos expulsó del relato que nos permitía generar los cambios en la densidad de nuestra realidad. Casi sin percatarnos nos quedamos por fuera del orden de los días, lo que hizo que algunos huyeran aterrorizados dejando todo atrás para refugiarse en las barricadas de la espera, las sirenas recorrían urgentes las calles ahuyentando el silencio que encubría el desastre, las varillas retorcidas entre los escombros se asomaban como si fueran las manecillas que marcaron la fatídica detonación. Los recuerdos de un antes se hicieron cada vez más difusos.
Botella plástica, frijoles, tiras de tela, botella de perfume, tubo metálico de base de platillos de bateria.
Monedas, tenedores, micrófono de contacto, tubo de base para platillos de una batería
Esto llevó a que un pequeño grupo amparado por el anonimato hicieran de la imaginación el instrumento para encontrar los pocos fragmentos de memoria que habían quedado desperdigados con el derrumbe del presente. Recolectaban cuidadosamente las esquirlas de instantes encontradas en cualquier lugar para luego ser analizadas con sumo cuidado, estas aún contenían en su interior información anterior a la época de la copia, marcaban trazas de autenticidad, lo que las hacía escasas y por esto codiciadas. Esto llevó a que desarrollaran una sofisticada técnica de observación, que consistía en tender sus cuerpos, con el vientre contra el suelo, y de esta manera pasar largos periodos de tiempo en silencio prestando atención a todos los detalles que se pueden revelar con los sutiles cambios de la luz sobre los objetos. Gracias a estas observaciones entendieron que esta era la forma en que se revelaban los secretos y espectros de un tiempo indeterminado, experimentaban las fluctuaciones del tiempo y las diferentes fases que comprenden la magnitud de un instante. Todo el acto parecía honrar la presencia de lo que yacía sobre el suelo, aquello que en algún momento había caído y que se había olvidado ante la vista de todos.
Cacerola con arandelas en su interior, cabos de cepillos de dientes, tubo de metal y tiras de neumático
Algunos integrantes del grupo pasaban largas jornadas en los laboratorios intentando ensamblar con rudimentarias herramientas diferentes fragmentos entre sí, ansiaban decodificar la información encontrada en el borde inferior de un después que nunca logró ser, otros en cambio perseguían en especial esos recuerdos que circularon clandestinamente días antes de que todo esto sucediera, y que solo muy pocos en ese momento llegaron a sospechar que esas eran las últimas lágrimas auténticas que volverían a ver.
cucharas, tenedores, tubo metálico y cable de fibra óptica
Cuando el viento cesó de recorrer la ciudad, un grupo de recolectores dio con un sorprendente hallazgo, este marcó un antes y un después en todo lo que se sabía sobre la avería del tiempo, eran unas sutiles marcas, en un principio casi imperceptibles al reverso de las hojas desprendidas de las ramas de los árboles, que terminaban por amontonarse en sus raíces, los análisis determinaron que eran reales, mucho mejores a las fabricadas recientemente por las compañías chinas, solo que estos signos eran extraños, nadie recordaba haberlos visto antes; lo que fue desconcertante para ese momento, fue cuando uno de los recolectores giró una piedra que se encontraba cerca de ahí, en el césped, hallaron el mismo patrón de signos, un conjunto de marcas extrañas iguales a las se habían encontrado en las hojas, quizás nadie hasta ese momento se había preguntado por el reverso de las cosas o por esa zona debajo de las cosas, estos hallazgos los llevo a generar una variedad de hipótesis; la que provocó mayor temor entre el grupo, fue suponer que los datos se habían desbordado de los servidores y que habían terminado por propagarse cubriéndolo todo a su paso, como si reclaman un espacio en nuestra realidad, las noticias no eran alentadoras, creían que los datos terminarían por instaurar una nueva experiencia de lo real, esto es lo que provocaba la alteración de los códigos, que terminaban por cubrir la superficie sobre las cual se fijaban, generando con esto una extraña amalgama entre los diversos datos que se cruzaban entre sí sobre la superficie del objeto receptor.
Monedas, tenedores, tubo de metal, botella de cristal con líquido refrigerante y fragmento de carta
La decisión fue unánime, era urgente conformar pequeñas unidades de reconocimiento que pudiera adentrarse en diferentes regiones para recolectar muestras y analizar las diferentes marcas que empezaron a aparecer en el paisaje.
Botella plástica, frijoles, tiras de tela, botella de perfume, tubo metálico de base de platillos de bateria.
Una de las unidades fue designada para estudiar el centro de la ciudad. Fue así que un día mientras recorrían esta zona, se toparon con lo que al parecer fue en el pasado, una fuente de agua, era la evidencia de un tiempo lejos de las arenas del presente. En el centro de este espacio se hallaba en ruinas la imagen de una mujer agachada, desnuda, con el gesto de recolectar agua en el vacío del estanque en el que eco permanecía suspendidos en las orillas de la fuente. A medida que el equipo avanzó por el espacio se encontraron con una serie de pliegues temporales que revelaban fragmentos de imágenes difusas, entre estas las de un grupo de niños saltando al intervalo de una película, mientras un hombre con lentes oscuros los alentaba a saltar por unas monedas al interior de un recuerdo. El equipo de observadores pudo presenciar cómo se cruzaron diferentes temporalidades y planos de realidad ante ellos.
Monedas, tenedores, micrófono de contacto, tubo de base para platillos de una batería
De repente una imagen se funde con la otra, lo que les permite atestiguar a un grupo de extraños que de manera errática giran entorno a la escultura de la mujer en la fuente, mientras activan lo que al parecer son unos cascabeles, el sonido que emiten se propaga hasta perderse en el presente, las figuras espectrales rodean la escultura como si esta las pudiera escuchar, pero el imperturbable mármol los ignora. Sin percatarse los observadores se extraviaron cerca de las orillas de un recuerdo, tardaron un tiempo en recobrar su curso y continuar con su tarea. Estas fisuras temporales podían llegar ha ser peligrosa, al perderse en el recuerdo de un espacio, o en el peor de los casos encontrar un tal vez que podría alterar el curso del presente.
Cacerola con arandelas en su interior, cabos de cepillos de dientes, tubo de metal y tiras de neumático
Las muestras de memorias líticas se hicieron cada vez más escasas, habían desaparecido casi por completo los recuerdos de los pequeños objetos en el fondo de los bolsillos, esto hizo que las unidades de observación terminaran por dirigirse a zonas cada vez más apartadas de los centros urbanos, así pasaron los días y con esto los meses, hasta que un rumor cobró fuerza entre las diferentes unidades de observación y recolección, los análisis eran contundentes, había indicios de que en la región de Mompox en el departamento de Bolívar en Colombia, habían hallado nuevos patrones al reverso de las hojas de los árboles, estas eran mucho más complejas, casi como jeroglíficos, una suerte de encuentros de información fragmentada, algunos de estos patrones recordaban mapas celestes, otros en cambio códigos de programación informática, esto llevó a que se decidiera por parte de la central, enviar a un recolector, para hacer los exámenes necesarios y tomar muestras que pudieran dar pistas del porqué en esta región se presentaron estas anomalías en la magnitud de los instantes.
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Monedas, tenedores, tubo de metal, botella de cristal con líquido refrigerante y fragmento de carta